Datos sobre migración relevantes para la pandemia de COVID-19
La población trabajadora migrante, en particular las personas que ocupan puestos de trabajo de baja remuneración, puede verse más afectada y expuesta a la propagación de la COVID-19 en los países golpeados por la enfermedad y en aquellos donde la pandemia continúa extendiéndose, pero también desempeña un papel importante en la respuesta a la enfermedad, ya que trabaja en sectores esenciales. Al 1 de marzo de 2021, la población emigrante de los 20 países con el mayor número de casos de COVID-19 representó el 31% del total de migrantes internacionales y envió aproximadamente el 37% de todas las remesas a nivel mundial a su país de origen en 2019 (Análisis del Centro de Análisis de Datos de la OIM sobre la Migración Mundial, basado en datos de ONU DAES, 2020; Banco Mundial 2020a; y OMS, 2021)1. Los inmigrantes y las inmigrantes representaron al menos el 3,7 por ciento de la población en 14 de los 20 países con el mayor número de casos de COVID-19, y esta proporción es más del 7 por ciento en 9 de estos países (análisis del Centro de Análisis de Datos Mundiales sobre Migración basado en DAES, 2020; OMS, 2021). Habida cuenta de que la proporción mundial de migrantes internacionales se sitúa en un 3,6%, estas personas están sobrerrepresentadas en estos países. El aumento de las restricciones fronterizas también repercute en la movilidad de la población migrante y en el papel de las organizaciones humanitarias. Entre el 11 de marzo de 2020, cuando la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró la pandemia de la COVID-19, y el 22 de febrero de 2021, se implementaron casi 105.000 restricciones de movimiento en todo el mundo. (OIM, 2021a). Al mismo tiempo, 189 países, territorios o áreas han emitido 795 excepciones a estas restricciones, permitiendo así la movilidad (ibid.). Las estimaciones con un supuesto de crecimiento cero en el número de migrantes entre el 1 de marzo y el 1 de julio de 2020 sugieren una disminución de casi 2 millones de migrantes internacionales a nivel mundial en comparación con la estimación inicialmente esperada entre mediados de 2019 y mediados de 2020 (DAES, 2020). Se estima que los flujos migratorios hacia los países de la OCDE, medidos por los nuevos permisos emitidos, se han reducido en un 46% en el primer semestre de 2020 y se espera que 2020 sea un mínimo histórico para la migración a los países de la OCDE (OCDE, 2020a). Tal caída en los flujos migratorios también puede tener efectos demográficos en los países que dependen de la migración para el crecimiento de la población. Por ejemplo, las estimaciones para 2020 sugieren que la población de Alemania no creció por primera vez en la última década debido a una disminución de la inmigración (Oficina Federal de Estadísticas de Alemania, 2021). En Australia, se espera que la migración neta para 2020/2021 sea negativa por primera vez desde 1945, lo cual resultará en el crecimiento de población más bajo en un siglo (Centro Australiano de Población, 2020).
En esta página web se analizan datos sobre migración que pueden aportar información sobre el modo en que la población migrante se ve afectada por la COVID-19 y participa en la respuesta a la enfermedad. Puesto que la información relativa a la pandemia de la COVID-19 cambia constantemente, las cifras y demás datos de esta página se actualizarán periódicamente. Para obtener información desglosada por país o región, sírvase visitar esta página web y consulte la sección que aparece debajo del mapa para más información sobre los indicadores fundamentales sobre migración y demografía. Para conocer las tendencias clave por región sobre el impacto de COVID-19, consulte nuestros perfiles de datos regionales.
Principales tendencias
Por tema
Tasas de infección y muerte entre personas migrantes
Las trabajadoras y los trabajadores migrantes poco cualificados que residen en alojamientos hacinados se han visto desmesuradamente afectados por la pandemia. Los ejemplos de la Arabia Saudita y Singapur, cuyos ministerios de salud han proporcionado datos oficiales sobre la situación migratoria de las personas que han dado positivo, demuestran la particular exposición de la población migrante al virus. Según los datos del Ministerio de Salud de la Arabia Saudita, el 75% de todos los nuevos casos confirmados al 7 de mayo de 2020 se habían detectado en migrantes. Más del 95% de los casos confirmados en Singapur antes del 19 de junio de 2020 se habían detectado en migrantes y más del 93% de los casos totales estaban vinculados a residencias de migrantes (Ministerio de Salud de Singapur, 2020). A pesar de una tendencia a la baja en el número de nuevos casos, al 1 de marzo de 2021, los residentes de los dormitorios seguían representando casi 91% del número acumulado de casos en Singapur (ibid.).
Dado que los migrantes internacionales son un grupo muy heterogéneo, los efectos sobre su salud también son variados. Una revisión sistemática rápida de publicaciones encontró que las tasas de incidencia entre los migrantes y las personas desplazadas forzadamente parecen ser consistentemente más altas que entre los grupos de no migrantes (Hintermeier et. Al., 2020). Sin embargo, todos los estudios incluidos en esta revisión se centraron en personas migrantes y desplazadas que tenían un mayor riesgo de infectarse debido a sus condiciones de vida y de trabajo (ibid.). Otra revisión de literatura revisada por pares, conjuntos de datos nacionales y literatura secundaria por Hayward et. Alabama. (2020) también muestra que los migrantes en países de ingresos altos tienen un mayor riesgo de infección y muerte debido a COVID-19. Además de las condiciones de vida y de trabajo de los migrantes, el estudio también atribuye esta representación desproporcionada de migrantes al acceso limitado a la atención médica (ibid.) (Ver la sección sobre gobernanza de la migración). Aunque las tasas de incidencia de COVID-19 son más altas entre los migrantes en varios países, comparar los datos también es un desafío debido a las diferencias nacionales en la demografía y la recopilación de datos (Laczko, 2021).
Se calcula que en 2017 había 164 millones de trabajadoras y trabajadores migrantes (OIT, 2018). Esta población representaba el 20,6% y el 17,8% de todos los trabajadores de América del Norte y Europa Septentrional, Meridional y Occidental, respectivamente (ibid.). Así pues, las trabajadoras y trabajadores migrantes representan un quinto de los trabajadores de esas regiones y pueden ser los primeros en verse afectados por los despidos y las restricciones de movimiento, así como por los confinamientos que inciden en sus medios de subsistencia, por ejemplo, causando pérdidas comerciales. Por otra parte, las condiciones de vida en alojamientos abarrotados entrañan un riesgo particular para la propagación de la COVID-19 entre las trabajadoras y trabajadores migrantes.
La población migrante, independientemente del lugar donde trabaje, hace contribuciones importantes para abordar la pandemia, pero también está expuesta a mayores riesgos de contraer el virus. A modo de ilustración, entre los 20 países con el mayor número de casos de COVID-19 el 1 de marzo de 2021, los datos internacionales disponibles muestran que al menos 7 países - Estados Unidos, Reino Unido, Francia, España, Italia, Alemania, y Chequia - dependen de trabajadoras y trabajadores nacidos en el extranjero en el sector crítico de los servicios de salud (OCDE, 2019). En el extremo superior, el 33% de los médicos y médicas y el 22% de las enfermeras y enfermeros en el Reino Unido en 2015/6 nacieron en el extranjero. (ibid.).
Al mismo tiempo, durante años, se ha observado una escasez de trabajadoras y trabajadores sanitarios en todo el mundo, y es probable que durante la actual pandemia aumente la demanda de personal de salud cualificado. Los países de origen de la población migrante cualificada padecen una penuria de trabajadores en el sector de la salud que, sin embargo, no puede atribuirse exclusivamente a la emigración. En el Reino Unido y en los Estados Unidos, el 29% y el 25% de los médicos y médicas tenían formación en el extranjero (OCDE, 2020b). En 2016, tanto en los Estados Unidos de América como en el Reino Unido, la mayoría de los médicos y de las médicas formados en el extranjero habían crecido en la India y el Pakistán. Además, muchos médicos y médicas de los Estados Unidos de América formados en el extranjero habían estudiado en las islas del Caribe, Filipinas, México y el Canadá, y muchos de los que ejercían en el Reino Unido habían estudiado en Nigeria, Egipto, Irlanda, Grecia y Sudáfrica (OCDE, 2019).
La población migrante constituye una proporción significativa en los sectores esenciales y en los sectores más afectados por la crisis: por ejemplo, más del 13% de todas las trabajadoras y trabajadores del sector de servicios y ventas en 7 de los 20 países con el mayor número de casos de COVID-19 eran extranjeros. Asimismo, los datos disponibles demuestran que, en 5 de esos países, más del 9% de toda la población trabajadora cualificada de los sectores agrario, forestal y pesquero había nacido en el extranjero (Análisis del Centro de Análisis de Datos Mundiales sobre Migración basado en DIOC OCDE, 2015/16). En promedio, el 13 por ciento de todas las trabajadoras y trabajadores clave en la Unión Europea (UE) son inmigrantes de países no pertenecientes a la UE (Fasani y Mazza, 2020) En 2017, los Estados Unidos de América contrataron a 161.583 extranjeros mediante permisos para trabajadores y trabajadoras de temporada (OCDE, 2019) y los trabajadores y las trabajadoras temporarios en países de la UE a menudo no se cuentan. Se estima que el 69 por ciento de toda la población migrante en los Estados Unidos trabaja en sectores de infraestructura esencial (Centro de Estudios de Migración, 2020, basado en datos de la Oficina del Censo de EE. UU., 2018). En la mayoría de los países de la Organización de Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE) altamente afectados por la crisis, las mujeres representan entre 3 y 5 de cada 7 trabajadores del sector de los servicios y las ventas nacidos en el extranjero (Análisis del Centro de Análisis de Datos Mundiales sobre Migración basado en DIOC OCDE, 2015/16). En muchos países, las medidas de confinamiento pueden tener consecuencias desproporcionadas en la situación socioeconómica de las mujeres migrantes, que están sobrerrepresentadas en la población de trabajadoras y trabajadores migrantes de estos sectores.
País |
% de trabajadoras y trabajadores nacidos en el extranjero entre la población trabajadora del sector de servicios y ventas, 2015-2016 |
% de mujeres entre las trabajadoras y trabajadores del sector de servicios y ventas nacidos en el extranejro, 2015-2016 |
% fde trabajadoras y trabajadores nacidos en el extranjero entre la población trabajadora cualificada de los sectores agrario, forestal y pesquero, 2015-2016 |
% de mujeres entre la población trabajadora cualificada de los sectores agrario, forestal y pesquero nacidos en el extranjero, 2015-2016 |
Estados Unidos de Américaa |
23.3 |
78.8 |
46.3 |
27.2 |
España |
19.5 |
58.9 |
11.3 |
5.3 |
Italia |
19.0 |
72.3 |
11.0 |
16.8 |
Alemania |
18.4 |
58.8 |
9.6 |
11.7 |
Bélgicac |
17.1 |
- |
5.8 |
- |
Reino Unidob |
13.8 |
11.0 |
16.8 |
78.5 |
Francia |
13.8 |
59.5 |
6.7 |
26.1 |
Poloniab |
0.9 |
42.2 |
0.4 |
52.3 |
Méxicob |
0.6 |
41.5 |
0.3 |
11.3 |
Fuente: Análisis del Centro de Datos Mundiales sobre Migración basado en DIOC, 2015/16
a Los datos laborales de los Estados Unidos de América se han clasificado mediante los códigos del sistema federal de clasificación normalizada de grupos ocupacionales (SOC, por sus siglas en inglés), por lo que no son directamente comparables con los datos de otros países incluídos en la tabla anterior, que han sido cladificados mediante los códigos ISCO-08.
b Dado que los datos se desglosan por lugar de nacimiento (en el extranjero, en el país de nacimiento o en un país desconocido), los porcentajes aquí consignados podrían ser mayores.
c Los datos de Bélgica no están desglosados por sexo.
Se calcula que en 2013 había 11,5 millones de trabajadoras y trabajadores domésticos migrantes en el mundo, de los cuales aproximadamente 8,5 millones eran mujeres (OIT, 2015). En tiempos de la COVID-19, sus empleadores pueden enfermar, transmitirles la enfermedad o incluso morir y dejarlos sin ingresos, ya que los permisos de trabajo generalmente van ligados al empleador. Con las fronteras cerradas y limitaciones económicas, el retorno a sus países de origen no siempre es posible, lo cual deja a muchas trabajadoras y trabajadores migrantes atrapados en los países de destino sin techo y sin ingresos.
Durante el periodo 2017-2018, los países de la OCDE con la mayor proporción de trabajadoras y trabajadores inmigrantes en situación de pobreza —a pesar de tener un empleo— fueron los países de Europa Meridional y los Estados Unidos de América. En 2018, la tasa de pobreza activa en España y los Estados Unidos de América fue del 32,1% y el 24,8% respectivamente y, en 2017, ascendía a un 29,1% en Italia (OCDE, 2019b). Aunque la población migrante puede verse desproporcionadamente afectada durante la crisis de la COVID-19, en la que también aumentan las tasas de desempleo de los ciudadanos y las ciudadanas, las medidas encaminadas a mitigar los efectos de la pandemia no tienen en cuenta esa población.
Se calcula que, en 2019 y 2020, el 37% del total de los flujos de entrada de remesas del mundo se recibieron en los 20 países con más casos confirmados de COVID-19 el 1 de marzo de 2021 (Análisis del Centro de Análisis de Datos Mundiales sobre Migración basado en Banco Mundial, 2020a). Asimismo, las remesas más numerosas enviadas en 2018 procedían de 7 de los 20 países más afectados por la COVID-19, a saber: los Estados Unidos de América, India, Federación Rusa, el Reino Unido, Francia, Italia y Alemania. Las remesas enviadas desde estos siete países por sí solos representaron más del 25% de todas las remesas recibidas en el mundo en 2019 (Ibid.). Los Estados Unidos de América, los países de la Eurozona, el Reino Unido y el Canadá fueron el origen del 46% de las remesas recibidas en países de ingresos bajos y medianos en 2019 (Banco Mundial, 2019).
Los países productores de petróleo del Consejo de Cooperación del Golfo (CCG) son un importante destino de migrantes de Asia Meridional y África Oriental. Debido a que regresaron a sus países de origen (consulte abajo la sección sobre migración de retorno) o no pueden desplazarse con fines laborales a causa de los confinamientos, muchas trabajadoras y trabajadores migrantes en los Estados del CCG ya no pueden enviar remesas a sus familias. Dado que una de cada nueve personas en todo el mundo depende de las remesas enviadas por las trabajadoras y los trabajadores migrantes, COVID-19 afectará a las familias y comunidades migrantes en términos de nutrición, salud, educación e ingresos respaldados por las remesas, lo que a su vez puede conducir a posibles retrocesos en el progreso realizado sobre varios de los ODS de la ONU. Sin embargo, cabe señalar que las remesas son fondos privados y no pueden reemplazar la Ayuda Oficial al Desarrollo y otros gastos públicos.
Antes de la crisis de la COVID-19, el Banco Mundial (2019) había previsto que se enviarían 574.000 millones de dólares EE.UU. a países de ingresos bajos y medianos antes del final de 2020, pero la pérdida de empleos y la dificultad de enviar remesas en un contexto de confinamiento afectará considerablemente a los destinatarios cuya estabilidad económica depende de estas remesas. En abril de 2020, Ratha et al. (2020a) estimó que las remesas dirigidas a países de ingresos bajos y medianos caerán hasta los 445.000 millones de dólares EE.UU. en 2020, una disminución del 20 por ciento en comparación con 2019. En octubre de 2020, Ratha et al. (2020b) ajustó su declive previsto para los países de ingresos bajos y medianos a 508.000 millones de dólares en 2020 y un nuevo descenso a 470.000 millones de dólares EE.UU. en 2021.
Los datos recientes de países que son los principales receptores de remesas sugieren una tendencia más matizada. Después de una caída inicial en la primera mitad de 2020 (principalmente en marzo y abril), las remesas parecen haberse recuperado a las tasas anteriores a COVID19 y a máximos históricas en varios países. Por ejemplo, Pakistán – dónde las remesas representaron casi el 8% del PIB en 2019, registró la mayor cantidad de remesas mensuales históricamente en julio de 2020 (State Bank of Pakistan, 2020). En países como México y Nepal, las remesas mensuales en el segundo, tercer y cuarto trimestres de 2020 aumentaron a montos superiores al año anterior para el mismo período. Varios factores podrían estar detrás de esta tendencia: las fluctuaciones monetarias combinadas con el efecto de los países que salen de bloqueos estrictos, durante el cual el gasto familiar habitual fue limitado y los ahorros más altos, pueden haber jugado un papel importante en la caída y la recuperación.
Las economías emergentes se enfrentaron a una fuerte depreciación de la moneda en febrero-marzo de 2020, mientras que las monedas de las economías avanzadas se mantuvieron en general fuertes durante el mismo período. Esto puede haber llevado a que la cantidad habitual de remesas enviadas se convirtiera en cantidades más altas en los países receptores. El comportamiento financiero de la población migrante en tiempos de crisis también podrían ser un factor, ya que esa población envía ahorros del período de cierre para mantener a su familia en los países en gran medida afectados por el brote de COVID-19, pero también viceversa, con familias que apoyan a los migrantes y las migrantes en los países afectados. Además, los migrantes que regresaron a sus países de origen también pueden haber transferido sus ahorros a través de canales oficiales antes de regresar.
Población migrante varada y Migración de retorno
Debido a las restricciones de viaje y los cierres de fronteras impuestos por los gobiernos a nivel mundial, varios migrantes, incluidos los trabajadores y trabajadoras de temporada y los estudiantes internacionales, quedaron varados y no pudieron regresar a sus países de origen. Al 13 de julio de 2020, el Grupo de Trabajo de Retorno de la OIM había identificado al menos 3 millones de personas migrantes varadas (OIM, 2020). De estos, más de 1,2 millones de personas migrantes quedaron varadas en la región de la OIM de Oriente Medio y África del Norte (ibid.).
Habida cuenta de que pierden sus empleos y tienen un mayor riesgo de infectarse a raíz de las condiciones de hacinamiento en las que viven, muchas trabajadoras y trabajadores regresan a sus países de origen, a menudo gracias a negociaciones bilaterales que permiten reabrir temporalmente las fronteras para que la población migrante en situación de desamparo pueda retornar a su país. En términos generales, la India es el país de origen con el mayor número de emigrantes (DAES, 2020), y al 27 de febrero de 2021 su operación de repatriación permitió el retorno de más de 4,5 millones de indios varados por todo el mundo (Ministerio de India de Aviación Civil, 2021). Casi 932.000 afganos indocumentados regresaron de Irán y del Pakistán entre el 1º de marzo y el 25 de febrero de 2021. De ellos, 117.145 afganos habían regresado solo en las dos primeras semanas de marzo de 2020 (OIM, 2021b). Al 30 de octubre de 2020, más de 136.000 migrantes y refugiados venezolanos habían regresado a Venezuela desde otros países de la región (OIM y ONU OCHA, 2020). En su apogeo, 600 venezolanos regresaban diariamente de Colombia y un promedio de 88 venezolanos regresaban diariamente de Brasil por la frontera de Pacaraima (Plataforma de Coordinación para Refugiados y Migrantes de Venezuela, 2020). Entre el 1 de abril de 2020 y el 25 de febrero de 2021, la OIM había prestado ayuda a más de 54.000 migrantes puestos en cuarentena después de regresar a Etiopía desde países africanos vecinos y la Arabia Saudita (OIM, 2021c).
La migración —tanto interna como internacional— explica gran parte del crecimiento de la población urbana (OIM, 2015) (véase la sección sobre urbanización que se incluye más adelante para obtener información sobre la migración internacional a zonas urbanas). A menudo, la deficiente infraestructura del Sur Global ha privado a los migrantes internos del acceso a muchos servicios, entre ellos la atención de la salud (Ibid.). Los datos recopilados por la Matriz de Seguimiento de los Desplazamientos de la OIM, entre el 13 de marzo de 2020 y el 28 de enero de 2021, muestran que las restricciones de movilidad interna impuestas en muchos países del mundo repercutieron en los viajeros y las viajeras habituales y en sus propios nacionales en el 61% y el 59%, respectivamente, de los puntos de tránsito interno evaluados a través de la Matriz de Seguimiento de los Desplazamientos de la OIM (2021d). Entre los 33.393 encuestados de un estudio del Mixed Migration Centre (2021), casi el 28 por ciento informó que la pandemia había dificultado el cruce de fronteras y otro 25 por ciento informó que había afectado la movilidad interna. En vista de que las medidas de confinamiento dejaron a muchos migrantes internos sin empleo y sin techo, miles de trabajadores del sector informal abandonaron ciudades como Nueva Delhi, India, para refugiarse en la seguridad de sus pueblos de origen (Naciones Unidas, 2020).
Estos éxodos de trabajadoras y trabajadores migrantes —tanto internos como internacionales— tienen dos efectos principales en los países y lugares de origen: un aumento de la vulnerabilidad en materia de salud (Zenner y Wickramage, 2020) y una fuerte presión socioeconómica. Además de los efectos económicos directos de la pérdida de remesas (véase la sección anterior), los estudios demuestran que las remesas internacionales que los migrantes envían a sus familias contribuyen a reducir el trabajo infantil y mantienen a los niños escolarizados (OIT-UNICEF, 2020). Con una pérdida de remesas valorada en 109.000 millones de dólares EE.UU. debido a la COVID-19, el número de niños que corren riesgo de verse obligados a trabajar está en aumento.
Por otro lado, la migración de retorno también afecta a los antiguos países de destino que dependen de las trabajadoras y trabajadores migrantes en sectores esenciales (véase la sección sobre migración laboral). Según los cálculos, la población migrante representaba el 19%, 15%, 15%, 14% y el 13% de la población de Alemania, los Estados Unidos de América, España, Reino Unido y Francia, respectivamente, a mediados de 2020 (al 1 de marzo de 2021, todos entre los 20 países principales con más casos acumulados de COVID-19) (DAES, 2020), donde también está sobrerrepresentada en sectores esenciales como la atención de la salud y los servicios. Los efectos del retorno de esta población desde estos países se sentirán tanto en los países de destino como en los de origen.
Migración por motivos familiares
Según los datos de la OCDE (2020a) sobre los flujos de entrada de familiares a lo largo de 2018, los Estados Unidos de América, el Reino Unido, Francia, España, Italia, Alemania y México, acogieron a casi 1,2 millones de familiares migrantes. Solo los Estados Unidos de América acogieron a más de la mitad de los que llegaron a estos siete países de la OCDE. Los familiares migrantes pueden necesitar atención especial para afrontar el estrés y la ansiedad ligados a la COVID-19, así como información en un idioma distinto del idioma oficial del país de acogida. Asimismo, los migrantes irregulares y sus familiares pueden ser reacios a acudir a los servicios de atención de la salud por miedo a ser expulsados o separados de sus familias.
En 2017, había en el mundo más de 5,3 millones de estudiantes internacionales en educación terciaria, de los cuales 3,3 millones cursaban sus estudios en América del Norte y Europa (UNESCO, 2020). China, la India, Alemania, la República de Corea y Vietnam se encontraban entre los cinco principales países de origen de los estudiantes internacionales. Casi uno de cada cuatro estudiantes internacionales procedía de uno de los siguientes tres países: China, India y Alemania. Los estudiantes internacionales también se han visto afectados por el cierre de los campus universitarios, la disminución de trabajos de estudiantes y las restricciones de movilidad tanto en los países de origen como de destino afectados por la COVID-19.
Se calcula que aproximadamente 1 de cada 5 migrantes internacionales viven en solo 20 ciudades, a saber: Beijing, Berlín, Bruselas, Buenos Aires, Chicago, Hong Kong (Región Administrativa Especial, China), Londres, Los Ángeles, Madrid, Moscú, Nueva York, París, Seúl, Shanghái, Singapur, Sídney, Tokio, Toronto, Viena y Washington D. C. (OIM, 2015). En 18 de estas ciudades, la población migrante internacional representaba alrededor del 20% de la población total (ibid.). En algunas ciudades, el porcentaje de personas nacidas en el extranjero respecto de la población total superaba por un amplio margen el promedio mundial (de aproximadamente 3,4% en 2015) (OIM, 2015). La población nacida en el extranjero en Dubái era de casi el 83%, mientras que en Bruselas alcanzaba el 62%; en Toronto, el 46%; en Nueva York, el 37%; y en Melbourne, el 35%, por poner solo algunos ejemplos (ibid.).
La desigualdad de ingresos y la marginación influye en los patrones locales de prevalencia de la COVID-19. Por ejemplo, si bien se han registrado casos positivos en todo Nueva York, la mayoría de los casos confirmados se detectaron en las zonas con los ingresos promedios más bajos, a pesar de la limitada disponibilidad local de pruebas. Es probable que ello se deba a factores estructurales relacionados con las condiciones de vida y trabajo que impiden que las personas tomen medidas básicas de prevención y mitigación. En 2018, más del 35% de la población de Nueva York había nacido en el extranjero, y los datos públicos del Departamento de Salud de la Ciudad de Nueva York demuestran que la población migrante está sobrerrepresentada en todas excepto una de las diez zonas más afectadas por la COVID-19 en la ciudad (en términos de casos positivos por cada 1.000 habitantes).
Migración forzada o desplazamiento forzado causado por conflictos y desastres
El COVID-19 y las restricciones de movimiento globales relacionadas a ello también han afectado a las personas desplazadas a través de las fronteras internacionales e internamente. A nivel mundial, el número de nuevas solicitudes de asilo presentadas en el primer semestre de 2020 fue un 32 por ciento menor que el número durante el mismo período en 2019 (OCDE et. al., 2020). La Unión Europea experimentó una disminución del 33 por ciento en las solicitudes de asilo en los primeros 10 meses de 2020 en comparación con el mismo período en 2019 (Comisión Europea, 2021).
La población refugiada y de personas internamente desplazadas, en particular aquellos que viven en campamentos y otros espacios masificados, se encuentran entre las personas más vulnerables. Los 20 países más afectados por la COVID-19 (al 1 de marzo de 2021) acogen a aproximadamente 7.2 millones de refugiados y refugiadas, lo que equivale a casi 36% de los refugiados del mundo a finales de noviembre 2019 (Análisis del Centro de Análisis de Datos de la OIM sobre la Migración Mundial, basado en los datos de OMS, 2021, y ACNUR, 2020). De estos 20 países, Turquía, Alemania, La República Islámica de Irán, Francia, los Estados Unidos de América e Irak se han situado entre los veinte principales países de acogida de refugiados y refugiadas, según los datos proporcionados por el ACNUR para finales de 2019 (ibid.). Por su parte, Estados Unidos de América, Perú, Turquía, Alemania, Brasil, Sudáfrica, España y Francia se encontraban entre los diez países con mayor número de solicitudes de asilo pendientes a finales de 2019 (ibid.). Al 5 de febrero de 2021, más de 737.000 venezolanos tenían solicitudes de asilo pendientes en Perú, Estados Unidos, Brasil, España, Colombia, México y Argentina (Plataforma de Coordinación para Refugiados y Migrantes de Venezuela, 2021). Se calcula que, a finales de 2019, había 50,8 millones de personas desplazadas dentro de sus propios países —45,7 millones debido a situaciones de conflicto y 5,1 millones en contextos de desastres. De esos 50,8 millones, un total de 18,3 millones tenían menos de 15 años y 3,7 millones superaban los 60. Ambos grupos eran particularmente vulnerables (Centro de Seguimiento de los Desplazados Internos, 2020).
Muertes y desapariciones de migrantes
A pesar de las limitaciones de movilidad planteadas por la pandemia de COVID-19, la población migrante continúa embarcándose en viajes clandestinos, huyendo de la violencia y la pobreza y buscando mejorar su vida. Las respuestas de COVID-19 han aumentado los riesgos y la incertidumbre de estos viajes, empujando a las personas a situaciones más peligrosas donde el apoyo humanitario y el rescate pueden no estar disponibles. Más de 3.700 personas perdieron la vida durante la migración entre el 1 de marzo de 2020 y el 28 de febrero de 2021, según datos del Proyecto Migrantes Desaparecidos de la OIM. No se incluyen en este total los miles de muertes relacionadas con casos de Covid-19 entre trabajadores y trabajadoras migrantes y las muertes relacionadas con restricciones de movilidad y encierros.
La crisis humanitaria que involucra las miles de muertes en las rutas de migración marítima hacia Europa continúa a pesar de la pandemia de COVID-19. En el período de marzo de 2020 a febrero de 2021, al menos 2.269 personas perdieron la vida en el mar Mediterráneo y el océano Atlántico al intentar llegar a Italia, Malta, Grecia, España y las Islas Canarias, más que durante el mismo período en 2019/2020 cuando, al menos, 2.110 personas perdieron la vida. Existe una crisis en curso de "naufragios invisibles" – casos en los que se informa de la desaparición de un barco, pero no se encuentran supervivientes y, por lo tanto, son muy difíciles de verificar – en las rutas marítimas hacia Europa, incluidos al menos 19 de esos casos en 2020.
El Mediterráneo central sigue siendo la ruta de migración irregular más peligrosa del mundo: se sabe que 1053 personas murieron en esta ruta entre marzo de 2020 y febrero de 2021. En este período, al menos 59.134 personas intentaron cruzar en barco desde el norte de África a Italia y Malta. Un 91% más que entre marzo de 2019 y febrero de 2020 (30.841). Las medidas políticas en respuesta al COVID-19, como el cierre de puertos y menos operaciones de búsqueda y rescate en el Mediterráneo central, afectan la recopilación de datos precisos.
Entre septiembre de 2020 y enero de 2021 hubo un aumento constante de los cruces de la ruta atlántica de África Occidental, desde la costa de Senegal, Mauritania y Marruecos hasta las Islas Canarias de España. Al menos 21.167 personas llegaron a Canarias solo en estos cinco meses, en comparación con 2.456 en los cinco meses anteriores de 2020. En febrero de 2021, solo 264 personas llegaron a las islas. Estas cifras aún están muy por debajo del pico de 2006, cuando 32.000 personas llegaron a las islas en barco desde la costa de África. Sin embargo, el trauma y el riesgo de muerte que presenta este peligroso cruce es preocupante. Entre marzo de 2020 y febrero de 2021, el Proyecto Migrantes Desaparecidos (MMP, por sus siglas en inglés) registró las muertes o desapariciones de al menos 843 personas en la ruta migratoria a Canarias. Esto ya es más alto que las 238 muertes registradas en el período comprendido entre marzo de 2019 y febrero de 2020. La situación es especialmente preocupante durante el COVID-19 cuando se necesita más atención para prevenir el hacinamiento y garantizar condiciones de recepción seguras, y que los protocolos y respuestas de salud se apliquen a todos sin discriminación.
Mientras tanto, los intentos de cruzar (incluidas las llegadas y las intercepciones) a Grecia desde Turquía a través de la frontera terrestre y la ruta migratoria del Mediterráneo oriental disminuyeron en un 82% de marzo a diciembre de 2020 en comparación con el mismo período de 2019. El bloqueo y otras restricciones de movilidad adoptadas en Turquía, así como el aumento de patrullas en el lado griego, probablemente expliquen esta reducción en los intentos de cruzar el mar Egeo. A pesar de esta marcada disminución en el movimiento en esta ruta migratoria, personas siguen perdiendo la vida en esta ruta – al menos 70 personas murieron entre marzo de 2020 y febrero de 2021.
Las restricciones del Covid-19 en el sudeste asiático han significado que cientos de personas migrantes de origen rohingya que intentaban salir de Myanmar se hayan quedado varadas en el mar, ya que los Estados se niegan a permitirles desembarcar debido al temor de infección. Si bien es difícil saber el número real de muertos en estos barcos varados, uno de esos varamientos dejó un estimado de 70 muertos en abril de 2020 después de que al barco se le negó la entrada a cualquier país durante más de dos meses. Otra situación similar en febrero de 2021 dejó al menos 30 personas migrantes de origen rohingya muertas y una desaparecida. Durante la crisis de la Bahía de Bengala de 2015, que vio a los barcos rohingya varados de manera similar, la OIM documentó más de 500 muertes en el mar.
Por edad
En la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas se hace un llamamiento para garantizar que nadie se quede atrás, incluida la población migrante. Los miembros de cada grupo de edad se enfrentan a diferentes vulnerabilidades, ya sea en su condición de migrantes o como parte de un determinado periodo de sus vidas. En el mundo, alrededor del 12% de todas las personas migrantes internacionales tienen 65 años o más. Sin embargo, en 12 de los 20 países con mayor número de casos confirmados, las personas de más de 65 años representan un porcentaje relativamente bajo de la población de migrantes internacionales, en comparación con su proporción en la población general. India, Brasil, el Reino Unido, Francia, Alemania, Argentina, Polonia y Ucrania son excepciones a esta regla. En 15 de los 20 países con mayor número de casos confirmados, se calcula que entre el 61% y el 88% de las personas migrantes se encuentran en edad de trabajar (tienen entre 20 años y 64 años) (Análisis del Centro de Análisis de Datos de la OIM sobre la Migración Mundial, basado en datos de OMS, 2021, y UN DAES, 2020). Por lo tanto, es más probable que personas migrantes que participan en la respuesta a la enfermedad trabajando en sectores esenciales sean jóvenes o se encuentren en edad de trabajar. Estos migrantes también pueden quedar expuestos a la COVID-19 al trabajar en sectores en los que no es posible teletrabajar (en la siguiente sección sobre migración laboral encontrará un análisis detallado al respecto).
Migrantes en países con el mayor número de casos acumulados de COVID-19, al 1 de marzo de 2021
Country |
Casos confirmados de COVID-19 por 1 millón de habitantes, al 4 de febrero de 20211 |
Proporción de migrantes en la población (%), mediados de 2020 |
Proporción de migrantes en edad laboral (20-64 años) en la población de migrantes (%), mediados de 2020 |
Proporción de personas mayores de 65 años en la población migrante (%), mediados de 2020 |
Proporción de personas mayores de 65 años en la población (%), mediados de 2020 |
Estados Unidos |
79,070 |
15.3 |
77.2 |
14.5 |
16.6 |
India |
7,828 |
0.4 |
70.7 |
21.6 |
18.7 |
Brasil |
43,938 |
0.5 |
59.3 |
15.7 |
6.3 |
Federación Rusa |
26,847 |
8.0 |
76.7 |
16.9 |
21.7 |
Reino Unido |
57,034 |
13.8 |
77.4 |
11.0 |
8.7 |
Francia |
48,994 |
13.1 |
67.6 |
22.6 |
9.0 |
España |
61,672 |
14.6 |
80.7 |
9.0 |
11.4 |
Italia |
42,734 |
10.6 |
84.4 |
7.1 |
18.7 |
Turquía |
29,655 |
7.2 |
70.9 |
5.9 |
9.6 |
Alemania |
26,879 |
18.8 |
70.2 |
21.4 |
20.1 |
Colombia |
41,775 |
3.7 |
57.6 |
2.6 |
6.6 |
Argentina |
43,206 |
5.0 |
68.4 |
14.2 |
5.5 |
México |
14,630 |
0.9 |
34.8 |
4.5 |
23.3 |
Polonia |
40,519 |
2.2 |
36.9 |
40.8 |
20.8 |
Sudáfrica |
24,668 |
4.8 |
81.8 |
7.1 |
7.6 |
Irán (República Islámica de) |
17,208 |
3.3 |
51.4 |
2.5 |
16.9 |
Ucrania |
28,176 |
11.4 |
72.9 |
20.3 |
9.1 |
Perú |
35,131 |
3.7 |
61.4 |
2.9 |
20.0 |
Indonesia |
4,106 |
0.1 |
78.5 |
5.0 |
15.5 |
Chequia |
94,626 |
5.1 |
87.6 |
5.5 |
6.6 |
Promedio global |
|
3.6 |
73.2 |
12.2 |
9.3 |
Fuente: OMS, 2020 (consultado el 4 de marzo de 2021); Análisis del Centro de Análisis de Datos Mundiales sobre Migración basado en DAES, 2020
1 Los datos laborales de los Estados Unidos de América se han clasificado mediante los códigos del sistema federal de clasificación normalizada de grupos ocupacionales (SOC, por sus siglas en inglés), por lo que no son directamente comparables con los datos de otros países incluídos en la tabla anterior, que han sido cladificados mediante los códigos ISCO-08.
Por sexo
A mediados de 2020, las mujeres conformaban menos de la mitad de la población mundial de migrantes internacionales, concretamente 135 millones, o el 48,1% del total (DAES, 2020). Cada vez más mujeres migran solas con fines de trabajo o educación y como cabezas de familia. A pesar de estos progresos, las mujeres migrantes sufren mayor discriminación y son más vulnerables a los abusos que los hombres migrantes. En términos generales, la pandemia ha acarreado un aumento en las tasas de violencia de género (CARE e IRC, 2020).
No obstante, hombres también quedan expuestos a situaciones de vulnerabilidad durante el proceso migratorio. Por esa razón, los datos sobre migración con perspectiva de género pueden fomentar la igualdad de género y son fundamentales para evitar repercusiones graves en los grupos desfavorecidos. Las funciones asistenciales también recaen desproporcionadamente en las mujeres, incluido el cuidado de las personas aquejadas por la COVID-19 y de los niños, en vista del cierre de guarderías y escuelas (ibid.). Como trabajadoras sanitarias, las mujeres migrantes a veces deben soportar una carga adicional a su trabajo al tener que cuidar de sus familiares en casa, y pueden sufrir una cierta estigmatización si trabajan con pacientes contagiados por la COVID-19.
La mayor presencia de hombres en la población de migrantes internacionales también se observa en la proporción de trabajadores migrantes varones. En 2017, se calculó que el 58,4% de las trabajadoras y los trabajadores migrantes eran hombres, y el 41,6%, mujeres (OIT, 2018). Con un 63,5% y un 48,1% respectivamente, la participación de las mujeres migrantes en la fuerza de trabajo era superior a la de las mujeres no migrantes en 2017 (ibid.). Es posible, por lo tanto, que las trabajadoras migrantes se vean más afectadas por el desempleo que sus homólogas nacionales durante la actual crisis sanitaria mundial y se enfrenten a una doble discriminación como migrantes y como mujeres en su país de acogida.
Gobernanza de la migración
Acceso a servicios de atención de la salud
Un análisis basado en las evaluaciones de los indicadores de gobernanza de la migración que se llevó a cabo entre 2018 y 2020, antes de la pandemia de la COVID-19, reveló que los países facilitan a la población migrante un grado de acceso diferente a los servicios públicos de atención de la salud, en función de su situación migratoria. El análisis, que abarcó 51 países, señaló que un tercio de estos países brindaban acceso a servicios de atención de la salud a los ciudadanos y ciudadanas y a los migrantes y a las migrantes por igual, independientemente de su situación migratoria. En la mitad de los países evaluados, el acceso igualitario a estos servicios dependía de la situación migratoria de la persona concernida. El 12% de los países solo facilitaba a la población nacida en el extranjero el acceso a algunos servicios de atención de la salud, incluida la atención sanitaria de emergencia (OIM, 2019, y Milan y Cunnoosamy, 2020). En la mayoría de los casos, no se observaron restricciones para acceder a servicios o seguros de salud privados.
El análisis de los datos sobre migración obtenidos a través de la Encuesta de las Naciones Unidas entre los Gobiernos sobre Población y Desarrollo —otra iniciativa encaminada a recopilar datos sobre la meta 10.7.2 de los ODS— también pone de manifiesto que el acceso de migrantes a los servicios de salud puede depender de su situación migratoria. La encuesta, que permitió recopilar datos de 111 países entre finales de 2018 y principios de 2019, reveló que más de tres cuartos (a saber, el 86%) de los gobiernos ofrecían servicios básicos de atención de la salud y otros servicios de emergencia a todos los no nacionales, independientemente de su situación migratoria, mientras que el 8% solo ofrecía acceso a estos servicios a las personas en situación regular.
Inclusión de la población migrante en los planes de respuesta a situaciones de crisis
El virus SARS-CoV-2 que produce la enfermedad coronavírica de 2019 (COVID-19) afecta a todas las personas, independientemente de su nacionalidad, pero los migrantes y las migrantes suelen quedar fuera de los planes nacionales de respuesta a pandemias, en parte debido a la falta de información. Una revisión de los planes de preparación ante pandemias de gripe realizada en 2016 en 21 países de la región de Asia y el Pacífico reveló que solo tres países (Tailandia, Papúa Nueva Guinea y Maldivas) incluían adecuadamente a los no nacionales en sus planes, además de someterlos a medidas de control de la salud en las fronteras (18 de 21 países, Wickramage et al., 2018). El hecho de excluir el acceso de la población migrante a servicios de atención de la salud en los marcos jurídicos y normativos nacionales puede acrecentar los riesgos de transmisión, producir consecuencias adversas, impedir la detección temprana y el tratamiento, y repercutir negativamente en la gestión pública de la salud (Zenner y Wickramage, 2020).
Las evaluaciones de los indicadores de gobernanza de la migración revelaron que uno de cada cinco países contaba con medidas específicas para prestar asistencia a personas migrantes durante y después de las situaciones de crisis. Estas medidas atañen principalmente a los desplazamientos internos, los movimientos de refugiados y la prestación de asistencia humanitaria a nacionales y migrantes en igualdad de condiciones. No se mencionan medidas específicas para mantener o mejorar los sistemas de salud durante una crisis de salud pública. El 13% de los países aplican este tipo de medidas de manera parcial, en el sentido de que sus estrategias abarcan a todas las comunidades vulnerables (lo que comprende, aunque sea informalmente, a los migrantes). Algunos países relajan temporalmente los requisitos de inmigración, permitiendo que personas migrantes cuyos países de origen se han visto afectados por una crisis permanezcan en el país de destino una vez superada la fecha límite. En otros casos, se presta asistencia de facto a toda la población migrante, independientemente de su situación migratoria. Más de la mitad de los países (el 55%) no adoptan medidas específicas para prestar asistencia a los nacidos en el extranjero, pero muchos señalan que la asistencia se presta de manera puntual cuando hace falta.
Por el contrario, el 69% de los países ofrece asistencia a sus nacionales en el extranjero en situaciones de crisis. La mayoría de estos países proporcionan documentos provisionales de viaje y posibilidades de repatriación, pero solo cuando se producen "situaciones de crisis humanitaria" en sentido amplio. El resto de los países (el 31%) ofrecen asistencia según el caso y solo si el país de origen del migrante cuenta con representación consular. En la mayoría de los casos, la asistencia del país de origen es limitada o incluso imposible si no existen consulados en el país receptor.
La población migrante, incluidos los estudiantes internacionales y las personas que trabajan en cruceros, corren riesgo de quedar varados si se modifican las normas de control fronterizo debido a la pandemia; en estas circunstancias, los más vulnerables son personas migrantes que no pueden acceder a asistencia consular.
Al igual que las evaluaciones de los indicadores, la encuesta de las Naciones Unidas reveló que el 68% de los gobiernos contaba con medidas específicas para prestar asistencia a los ciudadanos y las ciudadanas que residían en el extranjero, en países que atravesaban situaciones de crisis o que las habían superado.
Irlanda llevó a cabo una encuesta rápida de políticas basada en el módulo COVID-19 de Los Indicadores de Gobernanza Migratoria en mayo de 2020 para evaluar en qué medida las políticas de respuesta al COVID-19, ya se para la migración, respuesta a crisis, salud, recuperación socioeconómica u otras políticas, reconocen y abordan la necesidades especiales y vulnerabilidades de los migrantes en el país así como de los nacionales en el exterior y promover sus aportes a la respuesta al COVID-19 y la economía del país. El informe destaca el acceso a las pruebas y tratamientos médicos públicos de COVID-19 para todas las personas que residen en Irlanda, independientemente de su estado migratorio, entre otros hallazgos clave.
Back to topPuntos fuertes y limitaciones de los datos
Para un análisis detallado de los puntos fuertes y las limitaciones de las fuentes de datos mencionadas, visite las páginas temáticas sobre:
- Poblaciones y flujos de migrantes internacionales
- Migración y salud
- Migración laboral
- Remesas
- Migración por motivos familiares
- Estudiantes internacionales
- Urbanización
- Migración de retorno
- Migración forzada o desplazamiento forzado
- Migración por motivos ambientales
- Políticas migratorias y gobernanza migratoria
Para obtener información detallada acerca de la metodología utilizada por la OIM para realizar un seguimiento de las restricciones de movilidad, visite https://migration.iom.int/.
1 Las cifras sobre nuevos casos difieren entre países y, posiblemente, reflejen valores inferiores a la magnitud real de los datos, ya que las cifras oficiales de cada país se basan exclusivamente en casos confirmados mediante pruebas y la capacidad para realizar pruebas, que varía de un país a otro. Lo mismo ocurre con los registros de muertes causadas por la COVID-19, ya que en cada país se utilizan diferentes criterios para contabilizar o no las muertes por COVID-19.
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